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CON M DE MUJER

Y tú, ¿disfrutas o trabajas?

Y tú, ¿disfrutas o trabajas?

M. L. Ventura

viernes 07 de diciembre de 2018, 17:40h

Viernes 7 de Diciembre de 2018.

Dice el Diccionario de la Lengua Española en una de sus acepciones que la “vocación” es la Inclinación personal o preferencia que se tiene hacia algo, en especial hacia una profesión o forma de vida.

La palabra vocación emana del verbo latino “vocare”, que traducido al castellano significa “llamar”. Más o menos lo que viene a expresar es que “sentimos la llamada de…”.

Es por lo general cuando somos adolescentes cuando comenzamos a iniciarnos en la exploración personal y el análisis de la vida y nos vamos decantando hacia aquello que nos resulta más atractivo o nos hace más felices, y sin embargo, en general, es siendo adultos cuando dejamos de seguir esta línea y buscamos el lado más práctico o aquel que, por unas u otras razones, consideramos más conveniente.

La búsqueda de la profesión es una tarea personal en la que cada cual debería reconocerse como protagonista de su propia vida, esto es indispensable para darnos prioridad a la hora de elegir una labor que nos ocupará muchos años de nuestra vida y jugará un papel muy importante en nuestro bienestar. Ha sido ésta, y de algún modo sigue siendo, una asignatura pendiente en nuestra educación general, que convierte a miles de personas cada día en autómatas, frustrados y desencantados.

La vocación se desarrolla con nosotros de forma inconsciente y va inclinándonos hacia nuestra propia singularidad a través de nuestros gustos, aptitudes, preferencias; y, aunque en realidad todas las profesiones tienen de uno u otro modo un componente vocacional por aquello de la aptitud de cada cual, hay muchas que poseen un altísimo porcentaje, básicamente porque surgieron de la necesidad de ejercer una labor placentera.

El contrapunto lo ponemos cuando al elegir una profesión en no pocas ocasiones tendemos más a valorar si nos costará llevarla a cabo, si será posible poder vivir de ella, si seremos capaces de obtener un rendimiento económico óptimo...; es decir, nos preocupamos más del lado práctico que de la satisfacción que nos produciría sentirnos realizados cada día llevándola a cabo.

Esto es debido a que desde que somos niños, conforme al modelo educativo en el que nos desenvolvemos, muchos de nuestros deseos se ven frustrados con prohibiciones, opiniones, miedos, etcétera., que nuestros adultos, y a priori la sociedad, nos va imponiendo.

Es de esta forma como asimilamos patrones de comportamiento que nos acompañarán siempre porque acabarán convertidos en hábitos con visto bueno, movimientos automáticos que se desplegarán para agilizarnos el día a día y nos conducirán a, en realidad, un falso bienestar que relacionamos inconscientemente con la felicidad que todos anhelamos, y que realmente es una felicidad tergiversada, más basada en nuestros condicionantes prácticos y sociales que en la certeza de que elegimos aquello que es más apropiado para sentirnos de verdad satisfechos.

Ya que nuestro día a día, queramos o no, pasa por ejercer una profesión, deberíamos comenzar por autoconocernos, darnos la importancia que merecemos y elegirla como una inversión de felicidad futura, explorando hasta poder optar por la que más nos satisfaga.

Ya lo dijo Confucio: “Haz lo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

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