Una información de Fernando Rovetta
Decía Séneca: “es agradable ser importante, pero más importante es ser agradable”.
Ha fallecido este sábado Jesús Gómez Pajares, hijo y padre de panaderos agradables, honestos, de una pieza. Nacido en Casillas (Ávila) el 25 de mayo se 1934, con la cultura y el saber hacer que le dio su trabajo campesino desde niño y como artesano del pan después; se casó en La Iglesuela del Tiétar con María del Pilar Ruano Gómez, el 3 de febrero de 1962.
Aquel día cayó un “nevazo” que, dicen los entendidos, traía buenos augurios. Y los trajo con sus ocho hijos: José Antonio y Jesús, que siguen haciendo pan del bueno; Ángel, que es el abogado y gestor; Luis (Sito o Gusa), agente medioambiental; Conchi, auxiliar de clínica; Mercedes, licenciada en Política, que trabaja para Mapfre; Laura, terapeuta estética; y María, encargada de Sfera. Estos hijos, en justa correspondencia, le dieron nueve nietos y un biznieto, Mateo, que vive en Alemania.
Quienes tuvimos la suerte de conocer a don Jesús podemos decir que fue un “hombre sencillo y formal, trabajador incansable, auténticamente campechano”, en el buen sentido de tal palabra. Algo incursionó en la bodega de doña Pilar y conservaba una barrica de roble de unos 50 litros, en la que mantenía un buen vino para compartir con los amigos.
Este último detalle, junto a las décadas produciendo pan para los vecinos de Talavera y al hecho de que inició su vida laboral como pastor de cabras, nos hace pensar que su nombre estuvo bien elegido. Un hombre de paz, testigo de la guerra y la larga posguerra.
Este verano comenzó el programa UCLM-Rural; tres estudiantes están recabando en El Real de San Vicente historias de vida, comenzando con cuatro personas centenarias. Por aquí hemos llegado tarde... Jesús Gómez seguramente habría tenido mucho que contar de su “saber hacer” en un mundo algo desnortado, con cambios climáticos y tanta precariedad en los empleos. Seguramente supo generar con su familia una ecología integral, como la que propone Francisco en su Laudato si' ?.
Hace unos años, cuando se estaba manifestando -junto a sus hijos y otros colegas del gremio- contra una corporación multinacional que pretendía producir un sucedáneo del pan en serie, fue atropellado por el representante de la misma. Acaso como secuela de aquello, o por un problema de diabetes, en marzo le amputaron una pierna.
Quienes supervisaban su recuperación pusieron más interés en esa pierna que en la otra, pese a las demandas del paciente, por lo que en junio sufrió su segunda pérdida.
Esto ya fue demasiado para un hombre fuerte como un roble, que seguramente coincidiría con Simone Weil cuando decía: "Echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimiento de futuro".
Jesús Gómez cultivó la humildad, virtud con etimología común con el humus, la mejor tierra. Desde ella, participó real, activa y naturalmente en la existencia de Talavera y La Iglesuela. Por ello, para que nuestros presentimientos del futuro sean promisorios, entendemos que es de justicia rendir un homenaje a quien supo mantener vivos los tesoros del pasado.