Una información de Jorge López Teulón
El sacerdote Fernando Núñez Caso, excapellán del hospital Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina y actual párroco de Aldeanueva de Barbarroya, localidad toledana de la comarca talaverana, ha fallecido a los 71 años de edad, víctima de un infarto.
Don Fernando, como cariñosa y popularmente era tratado por sus parroquianos, había nacido en Cáceres el 26 de marzo de 1951. Con ocho años quedó huérfano de padre. En su juventud había trabajado en la Central térmica de Aceca en Villaseca de la Sagra (Toledo). De vocación tardía, en 1980, ingresó en el Seminario toledano de San Ildefonso.
Sus compañeros de curso recuerdan que fue "muy querido por todos, aunque siempre fue muy reservado". Se consideraba hijo espiritual del venerable José Rivera Ramírez, al que admiraba mucho y del que decía que había sido un verdadero padre y que a él le debía haber seguido adelante con su vocación y formación sacerdotal. Finalmente, recibió la ordenación sacerdotal, de manos del cardenal Marcelo González Martín, el 12 de julio de 1987. Este verano había cumplido 35 años de sacerdote.
DESTINOS PASTORALES
Entre sus destinos pastorales, Fernando Núñez fue vicario parroquial del Buen Pastor en la ciudad de Toledo; vicario parroquial de Villafranca de los Caballeros; párroco de Buenaventura y Sotillo de las Palomas; todas, localidades de la provincia toledana. En 2005, por dos años, fue capellán tercero del Servicio Religioso del Hospital Nuestra Señora del Prado, de Talavera. Desde hace 15 años era el párroco de Aldeanueva de Barbarroya.
De sus primeros años sacerdotales, e incluso estando en el Seminario, acompañó en su proceso vocacional a tres jóvenes que hoy son sacerdotes de la diócesis.
FUNERAL Y ENTIERRO
El cuerpo de don Fernando está siendo velado en el tanatorio de Belvís de la Jara y la misa exequial se celebrará en su parroquia de Aldeanueva de Barbarroya hoy sábado 1 de octubre, a las 5 de la tarde. Después será trasladado a Buenaventura para ser enterrado allí.
Encomendamos su alma al Señor, para que lo reciba en las moradas eternas.