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En-Clave de Paz, Memoria y Sostenibilidad

V Foro de Voces Eco-Lógicas y Sociales de Talavera: Rusia y Occidente

V Foro de Voces Eco-Lógicas y Sociales de Talavera: Rusia y Occidente

Fernando Rovetta Klyver, profesor de la UCLM en Talavera y miembro de la URPF 2030

Por La Voz de Talavera
lunes 26 de diciembre de 2022, 17:00h

María Martínez Carmena, profesora de Derecho Internacional Público de la UCLM en Toledo, participó del V Foro de Voces Eco-Lógicas y Sociales: En-clave de paz, Memoria y Sostenibilidad, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLM en Talavera.

Tituló su conferencia: “Rusia y Occidente ¿condenados a no entenderse?” En esta ocasión, nos proponemos (I) resumir su conferencia, (II) hacer referencias al discurso de los contendientes y (III) plantear -a propósito de una disertación de Rafael Fuentes Mollá- una respuesta ética a la pregunta de la jurista.

I.- Historias de desavenencias y de un cisma

La conferencia comenzó con unas referencias medievales a la Rusia de Kiev en el s.IX, como una federación de tribus eslavas, y a las épocas de Iván III e Iván IV El Terrible (1530-84), que impusieron regímenes autocráticos en un territorio cuya población no conoce la democracia al modo occidental desde entonces. Esta diferencia pudo radicalizarse por el Gran Cisma del cristianismo (1054), entre los Ortodoxos de Oriente inicialmente centrados en Bizancio, y los Católicos de Occidente que mantenían su sede en Roma.

Avanzando en la historia hacia el s.XX, y en consonancia con los otros conferenciantes Enrique Martínez de la Casa y Rafael Poch de Feliu, María Martínez reconstruyó el itinerario de promesas incumplidas por Occidente, aludiendo al famoso pacto Ribbentrop-Molotov (23/agosto/1939) por el que Hitler y Stalin firmaron no agredirse durante la inminente II Guerra Mundial.

Es sabido que el peor representante de Occidente no cumplió su promesa e invadió Rusia (22/06/1941). Pese a que el invierno contribuyó a la defensa de la URSS, ésta perdió casi 10.000.000 de soldados y más de 20.000.000 de civiles igualando, en ambos rubros, a la cantidad de víctimas de todos los demás países en su conjunto.

Cabe recordar que, según Paul Preston, la II Guerra había comenzado en la España de 1936, con el apoyo de Hitler a Franco, quien en correspondencia aportó unos 45.000 soldados de la División Azul para la invasión nazi a Rusia.

Antes de que terminara la Guerra (4-11/02/1945) en la Conferencia de Yalta (Crimea), Roosevelt, Churchill y Stalin habrían programado el fin de la misma y el reparto de Alemania. Stalin asistió pretendiendo que se resarciera a la URSS por haber sido la que más aportó a la caída del III Reich, pero no fue así.

Para el análisis de la situación Martínez Carmena remitió al testimonio de Henrry Kissinger, quien destacó el interés que habría tenido Franklin D. Roosevelt de llegar a un acuerdo con Iósif Stalin, aunque el mismo naufragó por la desconfianza de Churchill hacia el líder soviético, y por la muerte de quien presidió EEUU desde 1933 hasta 12/04/1945. Su sucesor, Harry Truman, era menos proclive al entendimiento y, para algunos analistas, esto supuso el comienzo de la Guerra Fría.

El fin de la Guerra Fría puede considerarse un “cierre en falso”, como afirma Poch Feliu. Prueba de ello, señaló Martínez Carmena, es que en 2008 se produjo el big bang de la OTAN con la incorporación de siete nuevos Estados, y la promesa a Ucrania y Georgia de que en un futuro también podrían incorporarse, pese a la línea roja expuesta por Putin en la Cumbre de Bucarest.

Para entonces, el Kosovo era reconocido por EEUU, Francia e Inglaterra como Estado independiente de Serbia, que había sido bombardeada durante 72 días a pesar de la oposición de Rusia y China.

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La conferenciante señaló también que esta política de la OTAN del West and the Rest no tiene en cuenta respecto a la actual invasión rusa a Ucrania, que ese resto del mundo -que supone más de la mitad de los habitantes del planeta- no la condena. Finalmente, aludió a las semejanzas y diferencias de la situación presente con la Guerra Fría, motivo de otra de sus conferencias, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=uLhCm1e_L5k.

II.- El negocio de las armas contra la negociación para la paz

Putin señala que es Occidente -que alienta una campaña anti-rusa- el que quiere imponer una cultura global que atenta contra sus valores morales y espirituales tradicionales, (si bien Putin parece centrarse en la defensa de la familia heterosexual, como también lo hace Giorgia Meloni). Desde otra óptica, cabe sospechar que la decadencia de Occidente es evidente por su apuesta por continuar colonizando a los países depauperados del Sur, a los refugiados no ucranianos y al ecosistema.

Podemos interpretar que Josep Borrell lo confesó a comienzos de octubre: “Hoy nos damos cuenta de que la interdependencia sola no garantiza la paz (...). Mucho Kant y poco Hobbes", a confesión de parte, relevo de prueba.

"Ahora nos damos cuenta -continuó- de que la unidad construida con acuerdos alambicados no basta." Con estas declaraciones no sólo hace evidente su opción por el individualismo posesivo, el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado de Hobbes, sino que pretende presentarlo como algo nuevo, cuando en realidad solo invita a profundizar en ello. Por el contrario, descalifica al pacta sunt servanda de Kant como “acuerdos alambicados”. Si esto lo dijera Putin sería tachado de totalitario.

"Vivimos en un mundo peligroso. Vivimos en un jardín rodeado de jungla. No basta con levantar muros protectores. Tenemos que comprometernos más con la jungla", continuaba eufórico el representante europeo para Asuntos Exteriores, haciéndose eco de las empresas armamentistas norteamericanas: "los instrumentos militares no son un capricho". "Son necesarios, imprescindibles para la supervivencia". A la jungla se va de cacería, no a hacer cooperación.

A partir de tales afirmaciones, parece que estamos condenados a no entendernos. Pero, como ciudadanos europeos ¿no nos corresponde cuestionarlas?, ¿nos sentimos representados por alguien que apuesta por el armamentismo y renuncia a los derechos humanos? Nuestra falta de respuesta acaso se explica por “pan y circo”: este último es el Mundial de la Qatarsis neoliberal, que supuso construir ocho estadios a costa de la muerte de miles de trabajadores en un país que sabe tanto de derechos humanos como de fútbol.

III. De la política y el Derecho a la ética a través de la literatura

Las acusaciones cruzadas entre los contendientes de faltas de respeto al derecho internacional parecen introducirnos en un laberinto. Pero, como advirtió el jurista y politólogo tucumano Arturo Ponsati, de los laberintos se sale por arriba. Por ello nos aventuramos a complementar la conferencia de la Profesora en Derecho Internacional con la del Profesor de Literatura, Teatro y Cine de la Fundación Ortega-Marañón en Toledo, Rafael Fuentes Mollá, quien nos propone una incursión en la ética en su disertación: “Dostoievski lee el Quijote. Sus efectos en Galdós y Unamuno” (16/03/22), disponible en Youtube.

María Martínez Carmena se preguntaba: Occidente y Rusia ¿están condenados a no entenderse? Nos atrevemos a responder, oyendo la conferencia de Rafael Fuentes, que desde la lectura que Dostoievski hizo del Quijote, es posible la comunicación y el entendimiento no solo entre ellos, sino entre otros adversarios. Esto supondría superar el realismo resignado de Hobbes y Borrell y asumir un realismo esperanzado, tal como planteamos a propósito de la conferencia de Enrique Martínez de la Casa.

Para Rafael Fuentes, hasta bien avanzado el s.XIX, cuando Dostoievski hizo una lectura más profunda, el Quijote era leído como una novela humorística que satirizaba relatos de caballería. Según el novelista ruso: “Representa la más alta expresión del pensamiento humano… la más fina ironía que puede formular el ser humano. Si se acabase el mundo y alguien preguntase a los humanos ¿qué habéis sacado en limpio de vuestra vida? ¿Qué conclusión definitiva habéis merecido de ella? Podrías sacar el Quijote y decir, esta es mi conclusión…”

El secreto de tan colosal dimensión estuvo en encontrar en el Quijote una parábola evangélica, cargada de valores cristianos y, por ello, profundamente humanos. Por esta razón Dostoievski se propuso describir un Quijote ruso: el Príncipe Myshkin, protagonista de El idiota (1869).

Reflexiones sobre el V Foro de Voces Eco-Lógicas y Sociales de Talavera

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Casual, o paradójicamente quizá, sobre esta obra e interpretación del Quijote, el filósofo y teólogo Gaspar Risco Fernández impartió un curso en la Universidad Nacional de Tucumán, meses antes de resultar cesanteado por la dictadura de Videla. En línea con esa cadena de casualidades cabe añadir que la interpretación del Quijote hecha por Dostoievski, fue encontrada por Emilia Pardo Bazán en una librería de París, lo que habría condicionado -a criterio de Fuentes- las posteriores lecturas del Quijote hechas desde Benito Pérez Galdós hasta Miguel de Unamuno.

En sintonía con Risco, Fuentes rescata cuatro aspectos de la lucha de Myshkin por desfacer entuertos decimonónicos. En primer lugar, defiende la vida frente a la pena de muerte, particularmente ejecutada con guillotina, tecnología que reduce el dolor físico pero aumenta el moral, ante la certeza de una muerte inminente. El mismo Dostoievski, como revolucionario, había padecido el simulacro de un fusilamiento.

Defiende también -contra el patriarcado- la dignidad de la mujer, encarnada por Nastasya Filipovna, joven inteligente y bella amancebada por su tutor Totski, quien la pone en venta. Myshkin pretende salvarla ofreciéndole matrimonio. Ella, confundida por cuatro años de malos tratos como concubina termina optando por Rogozin, el mejor postor, quien la mata y entrega su cuerpo a Myshkin, sin el menor remordimiento.

La tercera batalla perdida de Myshkin, remedando a la de los molinos de viento, la emprende contra el ferrocarril, aludido al comienzo de la novela, símbolo de la expansión del capitalismo. En la obra se lo compara a la estrella de Ajenjo del Apocalipsis, expresión de un avance industrial totalmente entregado al beneficio económico y en desmedro de la vida de quienes trabajaron para construirlo, como también la del ecosistema.

Finalmente, Myshkin se enfrenta a los nihilistas, que anticipan “la muerte de Dios” que Nietzsche pondrá en boca de su Zaratustra. Recuérdese que en otra de sus novelas plantea Mitia Karamasov: “¿qué será del hombre, después, sin Dios y sin vida futura?” La pérdida de valores trascendentes genera unas relaciones sociales centradas en la ambición, adulación del poder del dinero y tejen un círculo infernal destructivo y autodestructivo. En esto Dostoievski se estaría anticipando a la pugna entre eros y tánatos, el deseo y la pulsión de muerte, que gravitan en el inconsciente humano según Sigmund Freud.

Este itinerario de ida y vuelta, muestra a un Quijote reinterpretado en Rusia y que regresa con nuevas batallas quijotescas, no meras quijotadas -como distingue Manuel Reyes Mate. El diálogo entre España y Rusia con diferencia de siglos se ha proyectado también hacia otros escenarios literarios, como lo demuestra la Madame Bovary de Gustave Flaubert o cinematográficos: como el Antonius Block del Séptimo sello (1957) de Igmar Bergman, o el Nazarín (1959) de Buñuel, rodada en México y basada en la novela homónima de Galdós.

En síntesis, el Príncipe Myshkin -versión rusa del Quijote- consigue la mutación de El Príncipe de Maquiavelo y su realismo resignado, hacia el realismo esperanzado de El Principito de Saint-Exupéry, esperanza que se funda en el cumplimiento de los pactos.

Exigir la paz, entonces, no es mero idealismo, también la piden la joven ucraniana y campeona del mundo de ajedrez, Anna Olégivna Muzychuk -que se negó a competir en Arabia Saudita reivindicando su feminismo y ahora vive en Valencia-, como Inna Afinogenova, periodista rusa que debió exilarse en Madrid.

Esta invitación a la reflexión ética a través de la literatura o el cine no parece que pueda convencer a Sánchez o a Borrell ni a sus aduladores, que más bien parecen inspirarse en la afirmación mefistofélica del Fausto de Goethe: en el principio era la acción. Invitamos a superar la soberbia del poder desde la fecundidad del saber, el rector Unamuno le diría a cada contendiente puede que venzáis, pero no convencéis.

De la lectura que hagamos no sólo de estas obras, sino principalmente de los hechos que estamos viviendo, depende que tales personajes queden reducidos a referencias literarias o, por el contrario, nos impelan a asumir la propuesta de Quien vino a traer vida y vida en abundancia. Si la hiciéramos propia -con las jerarquías o sin ellas- respetando lo pactado se podría superar aquel gran Cisma, cuestionar a los líderes de la UE y volver a transitar los caminos de cooperación y concordia entre Rusia y Occidente.

Como diría Emmanuel Mounier: no califiquemos de utopía a aquello en lo que no hemos probado nuestras fuerzas.

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