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Invasión rusa a Ucrania: apostar por la paz desde la autonomía universitaria

Invasión rusa a Ucrania: apostar por la paz desde la autonomía universitaria

Fernando Rovetta Klyver, profesor de la UCLM en Talavera de la Reina y miembro de la URPF

Por La Voz de Talavera
sábado 04 de marzo de 2023, 13:18h

Se ha cumplido un año de la ilegal invasión rusa a Ucrania, con más de 200.000 muertos y 7 millones de refugiados. Ante esto, mientras seguimos colaborando con los refugiados ucranianos, pensamos:

1) Que es necesario ponderar la conveniencia del plan de paz propuesto por China

2) Que la universidad es un espacio adecuado para pensar la seguridad en clave de paz y salidas negociadas del conflicto

3) Que, para ese ejercicio de diálogo pluralista, conviene respetar su autonomía y su carácter aconfesional.

El kairos de Irene

Estamos ante una oportunidad histórica, un kairos, un signo de los tiempos: China ofrece una mediación para poner fin al conflicto entre Rusia y Ucrania, un plan de paz (Eirene, en griego). Es una propuesta no sólo oportuna, sino proporcionada y aleccionadora. Este es el momento de manifestar que es posible la paz. Antes estuvo la propuesta de México en la Asamblea de la ONU, que incluía caucus promovidos por el Primer Ministro de la India Narendra Modi, y el Papa. Acaso la solución pase por un trabajo en equipo de mediadores.

Algunos medios de comunicación, esos que reciben premios por hacerse eco de lo que dicen los poderosos, vaticinaron una tormenta de bombas para el día del aniversario de la cruenta invasión rusa; esa que atentó contra el derecho internacional como reacción a la amenaza de la OTAN de instalar misiles en Ucrania. Sí, en esa triste efeméride, Rusia haría un ataque aún más mortífero. Por el contrario, ese mismo día Xi Jinping -que se había reunido con Putin días antes- se ofrecía como mediador. Es la mano tendida, no el puño en alto, según las metáforas de Federico Mayor Zaragoza.

En chino, casualmente, la palabra crisis se describe con dos ideogramas: peligro y oportunidad. Este es el momento de pasar del peligro que suponen el armamentismo que está destrozando a dos pueblos, con centenares de muertos por día; del peligro que está desertizando el ecosistema con gasoductos que son sustituidos por carbón o gas licuado proveniente de EEUU, cabe superar estos peligros con la oportunidad de paz.

Maquiavelo aconsejaba no desaprovechar las oportunidades que ofrece una crisis. Está claro que la industria del armamentismo conoce bien esta lección y está haciendo su agosto. Es más, genera crisis para ganar oportunidades de venta. Ahora es nuestro turno. La oportunidad es como una persona calva con un mechón en la frente, si no se la atrapa cuando viene, luego ya no es posible.

Esta es la oportunidad de asumir la sinceridad del niño, para gritar al presidente Joe Biden y a los líderes de la UE: ¡estáis desnudos! como en el cuento de Hans Christian Andersen "El traje nuevo del emperador" (1983). No es oportuno ni honesto fabular falacias para seguir con la compra-venta de armas. Para Jens Stoltenberg, Secretario general de la OTAN: "China no tiene mucha credibilidad porque no ha podido condenar la invasión ilegal de Ucrania". Parecería, sin embargo, que una de las condiciones de un mediador es mostrarse imparcial. El argumento de la OTAN dejaría fuera del proceso mediador a más de la mitad de los Estados que participan de la ONU, que representan a más de las dos terceras partes de la población mundial.

Ese rechazo a la mediación se explica por su declaración del 14/02/23: “La guerra no empezó en febrero del año pasado. La guerra empezó en 2014. Y desde 2014 los aliados de la OTAN han dado apoyo a Ucrania, con entrenamiento y material, de tal forma que las fuerzas armadas ucranianas eran mucho más fuertes en 2022 de lo que eran en 2020 o 2014”. Esta Declaración es completada por Oleksii Resnikov, ministro de Defensa ucraniano: “Estamos llevando a cabo una misión de la OTAN. Ucrania como país y sus fuerzas armadas, es un miembro de la OTAN, de facto, no de iure”. (Citados por Rafael Poch Feliu: https://rafaelpoch.com/2023/02/28/ellos-lo-cuentan-asi/

Jürgen Habermas, en su alegato por la mediación (El País, 19/02/23) sostiene: “Desde que China también se ha declarado contraria al uso de armas de destrucción masiva (…) Caminar sonámbulo al borde del abismo se convierte en un peligro real sobre todo porque la alianza occidental… no se cansa de asegurarle (a Ucrania) que apoyará a su gobierno durante `el tiempo que sea necesario´ (…) La Carta de la Naciones Unidas, que entró en vigor el 24/10/45 y la creación de la Corte internacional de Justicia de La Haya revolucionaron el Derecho internacional. El art.2 obliga a todos los Estados a resolver sus controversias internacionales por medios pacíficos. (…) además de las vidas humanas que la guerra se está cobrando cada día que pasa, los costes en recursos materiales que no pueden reemplazarse a voluntad van en aumento (…) Solo esta idea ya debería invitarnos a presionar para que se hagan esfuerzos enérgicos de iniciar negociaciones…”.

Boaventura de Sousa Santos, sostiene: “En Europa estamos asistiendo al alarmante (re)surgimiento de dos realidades destructivas del `dominio del espíritu´: la destrucción de la democracia, con el crecimiento de las fuerzas políticas de extrema derecha; y la destrucción de la paz con la naturalización de la guerra.” (El silencio de los intelectuales, 01/03/23. https://www.servindi.org).

Universidad entre la guerra y la paz

Al día siguiente de esta publicación se realizó en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLM en Talavera de la Reina la jornada Ciber Seguridad: Un año desde el inicio de la guerra en Ucrania ¿Cómo la tecnología ha revolucionado el conflicto de Ucrania? Esta actividad, dirigida a estudiantes de Ingeniería Informática, contó con la participación por videoconferencia de un General de la OTAN, y las conferencias presenciales de un General (RE) del Ejército español, de un diplomático y de representantes de diferentes empresas. Es encomiable este tipo de encuentros para el diálogo entre representantes de empresas privadas y de entidades públicas, particularmente para tratar temas de máxima importancia y actualidad.

El diplomático Fernando Villena articuló su exposición en torno a tres conceptos: zona gris, amenazas híbridas y ámbitos de conflicto. Junto a esta descripción académica, deslizó una interpretación política que reduce -de modo maniqueo- el conflicto de Ucrania a la invasión rusa que atenta contra el derecho internacional, negando los intereses de los EEUU: “Si hay algo que caracteriza las relaciones internacionales es la anarquía, en tanto que ausencia de una autoridad supranacional, EEUU ha dejado de ser el hegemón”. Cuando, en realidad, lo que está en juego es su agónica lucha por no dejar de serlo.

La zona gris es una zona de conflicto “en la que puede usarse la violencia de forma proxi, se ubica entre las zonas blanca de paz y negra de guerra”. Esta zona sería como una niebla hobbesiana en todas las fronteras: “Lo que está en juego es la supervivencia de cada Estado” por lo que habrá que saber jugar en la zona gris, si no “sólo quedará el uso de la fuerza, reaccionaremos tarde y mal”. En esta zona gris las “democracias iliberales” (Faree Zacaría, 1997), como Rusia China, Irán y Corea del Norte, también Turquía o Brasil (¿?) pretenderían obtener beneficios…. como cambiar de régimen a un Estado rival, para que el siguiente régimen les sea favorable la tecnología permite actuar en esa zona gris.

Las “amenazas híbridas” -a diferencia de las guerras híbridas- se despliegan en la zona gris usando la ambigüedad de herramientas de doble uso, como la información. Si un ponente anterior, el general Fernando Davara, había aludido a que los clásicos ámbitos del conflicto eran tres: tierra, mar y aire, y que los estrategas actuales incorporaron dos más: ciber-espacio y espacio ultraterrestre. Villena propuso un sexto: el cognitivo, “ámbito intangible, inherente al ser humano, consustancial a su capacidad de juicio y toma de decisiones, compuesto de valores, percepciones, conciencia, actitud y prejuicios”.

Previamente el diplomático había insistido en la importancia del contexto, y propuso como punto de partida 1990, cuando el liberalismo económico y político quedó como pensamiento único en Occidente. Esto permitiría identificar a las universidades como ámbito de conflicto, donde cabría presentar, por ejemplo, esta versión simplista de la invasión rusa, o las muertes en Nador como “actos poco elegantes”. Sospechamos que esto es pensamiento único o neoliberalismo sin más.

En el turno de preguntas, puse énfasis en la necesidad de defender el pluralismo político como valor constitucional y la autonomía universitaria. Aludí a la diferencia entre la teoría política angloamericana del individualismo posesivo belicista, frente a la iberoamericana de un personalismo comunicativo y pacifista. Estas observaciones gozaron de escasa aceptación en el auditorio. A la salida, alguien me agradeció la sensatez de mis propuestas y dijo no haber visto oportuno expresarse públicamente, en tanto que representante de una empresa. Espero con esto no incurrir en infidencia.

En resumen, parafraseando a Nelson Mandela, podríamos afirmar que la Universidad es el espacio donde debe superarse la doctrina del realismo resignado angloamericano: si vis pax, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra), por un realismo esperanzado y más racional iberoamericano: si vis pax, para verbum, es decir prepárate para hablar, dialogar, comunicarte. Esto es lo que cabría esperar de un diplomático, hacer que la racionalidad apacigüe escenarios bélicos, no intentar imponer interpretaciones belicistas a un espacio de debate plural. En su réplica, Villena dijo compartir mi frustración y admitió que “Rusia es parte de Europa y que es preciso volver a un equilibrio de poderes”.

En horario vespertino un ponente que se identificó como Trufault ofreció un desfile virtual de armas: tanques, aviones, misiles, etc., bajo el título ¿Cómo las Municiones Inteligentes han cambiado la Guerra de Ucrania? Y concluyó su exposición exclamando: ¡Viva España!

Cabría asumir tal exclamación con una orientación diferente. Desde el Siglo de Oro y la Universidad de Salamanca un catedrático ponía límites al iure belli, considerando a la guerra como ultima ratio, el último recurso. Estructuraba así el derecho internacional en torno al ius communicationis. Proponía también los principios del derecho internacional público, única rama del derecho de origen español. Por lo que insistir en la vía diplomacia es asumir la mejor tradición española, como también lo era la pasión del Quijote por desfacer entuertos.

Boaventura concluía su artículo afirmando: “Hay muchas preguntas que los intelectuales tienen la obligación de responder. ¿Por qué se habrán callado? ¿Seguirá habiendo intelectuales, o lo que queda es una pobre clericultura?”

Universidad pública, autónoma y aconfesional

El catedrático al que aludí era Francisco de Vitoria, autor De iure belli (1539), pero también de otras dos Relecciones (lecciones magistrales al comienzo de año académico) en las que dejaba claramente delimitadas la Potestas Civili (1528) y la Potestas Ecclesiae (1532). Basándose en una distinción evangélica: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22, 16-21). Esta sana separación entre lo político y lo religioso está en la base de toda institución pública y laica. Es decir, que no se pronuncia sobre las creencias de quienes participan de ella. Dicho de otro modo, son instituciones que admiten, defienden y garantizan la libertad de conciencia, como afirma nuestra Constitución de 1978 en su artículo 16.

Este artículo constitucional para quien fuera el primer catedrático de Derecho de la UCLM Luis Prieto Sanchís era la “norma de clausura del sistema de libertades”. Es decir, como la clave de bóveda en un arco gótico. Con estas metáforas se pretende advertir que, si atentamos contra esta libertad, comenzamos a destruir todo el andamiaje de derechos que durante siglos fueron siendo reconocidos, no sin el sacrificio de miles o millones de personas a las que les fueron negados.

La libertad de conciencia de cada cual está a la base del derecho a la comunicación entre las personas y entre los pueblos del orbe. Por ello, no conviene involucionar en este sentido. En la Constitución de 1978 no se llega a afirmar que España sea un Estado laico, aunque en el ya referido art.16, inciso 3. se estipula: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

Con este marco constitucional, resulta sorprendente que en un ámbito académico como la Facultad de Derecho de Albacete se haya realizado un acto religioso a propósito del Miércoles de Ceniza. O que en tablones de anuncios de las dos Facultades de la UCLM en Talavera se invite al estudiantado a un Retiro espiritual Éfeta. Para los actos litúrgicos hay espacios específicos, como los templos, con una estética apropiada y consagrada. Del mismo modo, las actividades relativas a las creencias tienen sus propios cauces para difundirse. Además, parece poco probable que en fechas significativas para otras religiones se realicen actos litúrgicos en espacios universitarios.

Más que actos litúrgicos, parece que lo propio de una institución académica sería debatir desde diferentes ciencias, especialmente las sociales, sobre si son razonables o no las propuestas de los máximos líderes religiosos, en tanto que pasan a formar parte del acervo cultural. Debatir, por ejemplo, encíclicas tales como Laudato Si, que propone una ecología integral, podría ser un modo de “tener en cuenta las creencias” para ver hasta qué punto son compatibles con los derechos fundamentales.

Así como el nacionalcatolicismo mezclaba religión y política para perjuicio de ambos, realizar ritos religiosos en espacios académicos parece ser contraproducente tanto para la religión como para la academia. El espacio religioso está construido para orar, el universitario para pensar críticamente. No son actividades incompatibles, pero considerando la historia de la Iglesia católica en España, habría que distinguirlos claramente.

Por si no fuera clara la referencia anterior, me remito a artículos que ya publicamos en los que recordábamos que el 1 de julio de 1937 el Cardenal Isidro Gomà a petición de Franco envió una Carta Colectiva de los Obispos españoles a los Obispos del Mundo a propósito de la Guerra en España, en la que tomaba partido por el bando nacional sublevado. Esto podía entenderse, aunque no justificarse, por la cantidad de víctimas que había sufrido la Iglesia por parte de grupos que el Gobierno de la República no pudo controlar. Por ello en 1975 el Cardenal Tarancón intentó hacer pública una petición de perdón “por no haber sabido ser ministros de reconciliación en una guerra entre hermanos”, pero no llegó a publicarse. Este ejercicio de autocrítica de la jerarquía eclesial española es todavía una asignatura pendiente.

En resumen, ante la muy grave situación que atraviesa Europa y la cantidad de escenarios bélicos, especialmente el de Ucrania, parece que lo propio de una Universidad pública española es promover debates que conduzcan a resolver conflictos, no a legitimar acríticamente lo que afirman quienes detentan el poder económico o el político. Cabría esperar que el saber -tras unas condiciones de comunicación pluralista- oriente al poder, pero cuando el poder -usando la manipulación- pretende orientar al saber da los primeros pasos hacia el totalitarismo. La situación es tan grave que los creyentes pueden ver conveniente orar. Pero lo propio de los universitarios -sean creyentes o no- es pensar críticamente lo que ocurre y encontrar vía para garantizar los derechos humanos, la democracia y la paz.

La reciente oferta de China para mediar en el conflicto no parece que podamos desaprovecharla, este es el momento de parar la guerra y, como decía Villena, volver al “equilibrio de poderes” en Europa. O, como días antes concluía Habermas: “porque el conflicto afecta a una red de intereses más amplia, no puede descartarse de entrada la posibilidad de encontrar la manera de poner de acuerdo unas exigencias por ahora diametralmente opuestas que salve la cara a ambas partes.”

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