La Crónica de Fernando Rovetta
A propuesta de la Familia Coral Santiago Apóstol de Griñón, Madrid, en 2022 más del mil coros de España, Portugal, Italia, Colombia, Brasil y otros 4 países sumaron las voces de 25.000 coralistas para reclamar el fin de la invasión rusa a Ucrania y la paz. Como el año pasado, también en éste Talavera de la Reina participó de este acto polifónico desde su Plaza del Pan, con la participación de tres coros locales y uno de la Comarca.
Al llegar escuché a la directora Nuria Jiménez comentar que faltaba una silla para que Alfonso Del Mar pudiera tocar su teclado. La Policía Local generosamente nos proporcionó lo que necesitábamos; para entonces ya había cortado el tránsito vehicular para procurar silencio.
Mariano García, coordinador general de Coros por la Paz, en la víspera nos había enviado un agradecimiento por “la enorme acogida en esta segunda edición de Coros por la Paz. Muchísimas gracias a los aproximadamente 8.000 coralistas y 400 coros que mañana vais a llenar las calles de más de 80 ciudades en 10 países, especialmente a nuestros compañeros corales ucranianos, que se unirán masivamente desde sus ciudades a pesar de la tragedia que están viviendo".
MENOS AFLUENCIA CUANDO ES MÁS NECESARIA
Desde una perspectiva local, respecto a la convocatoria del año pasado, en la que la afluencia superó el millar de personas, es posible que la indignación a pocos días de la invasión rusa a Ucrania, sumada a la cobertura mediática, la potenciaran. Sin embargo, ahora que hay millones de refugiados y miles de muertos, parece que Europa a “naturalizado la guerra” y según estadística hay mayorías que aplauden el belicismo; ahora, que es más necesario reclamar la paz, quizá por la “fatiga de la compasión”, entre público y coralistas no llegamos al centenar.
Puntualmente, a las 12 horas, comenzamos interpretando Va pensiero, o el Canto de los prisioneros hebreos en Babilonia, de la ópera Nabucco de Verdi. Luego ejecutamos el canon tradicional: Dona nobis pacem, precedido por una interpretación instrumental de Benjamín Nava (violín). Los coralistas formamos tres grupos, vistos desde la directora: a la izquierda las sopranos, a la derecha las mezzo y contraltos; en el centro las voces masculinas: tenores hacia la izquierda, barítonos y bajos a la derecha.
El canon supuso primero la interpretación de todo el tema por los tres grupos simultáneamente. En un segundo momento, comenzaron sólo las sopranos y, cuando concluyeron el 8vo de los 24 compases, entramos las voces masculinas; y, cuando concluimos el 8vo compás, entraron las mezzos y contraltos. En el tercero y último, otra vez todas las voces entonamos toda la melodía a bocca chiussa o boca cerrada. Esto puede interpretarse como una metáfora de la ciudadanía europea que no reclama abiertamente el fin del conflicto.
CIERTA AMBIGÜEDAD EN LA PETICIÓN
Según la organización convocante, se buscaba “unir a miles de personas amantes del canto coral de toda Europa durante unos minutos para entonar un himno que pida por el restablecimiento de la paz en Ucrania y en todas las regiones del mundo azotadas por la guerra”. Lo que no quedaba claro es a quién se dirigía esta petición: si a Dios o a quienes tienen el poder de negociar: OTAN, Rusia y Ucrania.
Ante esta ambigüedad, la convocatoria adquirió un carácter estrictamente musical y breve, la única referencia al conflicto que provocó este acto estaba dada por las integrantes de Talavera con Ucrania, cuyos niños portaban banderas ucranianas. Y también el comentario de la Directora de los Coros al cerrar el acto: “Confiamos que el año próximo no tengamos que convocarnos por esto".
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DE LA POLIFONÍA A LOS TRES ESTADIOS DE KIERKEGAARD
Son conocidos los tres estadios que propuso el danés creador del existencialismo: estético, ético y religioso. No son tres etapas evolutivas, sino caminos que se trifurcan. Son diferentes modos de ver y pensar la realidad, incluyendo la propia, que se traducen diferentes modos de vivir y actuar. El estadio estético está representado por Johannes el Seductor, preocupado por gozar la vida. El ético, por el juez Wilhelm, el buen marido que asume el compromiso con lo comunitario. Finalmente, el estadio religioso, propio del “caballero de fe” que, a semejanza del superhombre nietzscheano, cree en sí mismo, pero que no necesita dar muerte a Dios, porque reconoce que de Él recibe la vida.
Es posible que en la intención de los promotores -y de algunos participantes- de estos eventos, que por segunda vez se realizan en domingo, sea instalarse en el estadio más sublime. De hecho, se trataba de elevar un salmo en italiano o un canon en latín, implorándole la paz o que el “Señor… infunda al padecer virtud”.
También es posible que esa petición “por el restablecimiento de la paz” pudiera tener como destinatarios a los poderes políticos y económicos, que provocaron estas guerras y deciden mantenerlas. En tal caso, más que implorarles debiéramos exigirles que dejen de causar tantas muertes, víctimas civiles y refugiados. Pero, como en el acto de esto nada se dijo, me temo -y expreso este temor sin ánimo de desmerecer la intención de nadie- que no logramos el estadio ético y pudimos quizá naufragar en el estético. Polifonía a medio día de domingo, bajo un tibio sol de primavera o a la sombra de la Colegiata, ofrecía condiciones para esto.
OTROS ECOS DE COROS POR LA PAZ
Si bien el 8 de marzo nuestro Ateneo Rural se inscribió para participar del evento, no resultamos incluidos en la relación de Coros por ciudades. Ello hizo que asumiéramos el carácter estrictamente musical que los organizadores pretendían darle al acto.
Antes de la pandemia, habíamos creado un Grupo musical con los usuarios de ATAFES. Finalizado el acto, espontáneamente y sin megafonía, creímos oportuno invitar a Juan Tablas, actual director del grupo, a que interpretara “En qué pensar” de su autoría, acompañándose de guitarra y armónica
Además, con José García Fernández (coralista del Quadrivium de Luis Arderius) entonamos tres canciones. Dos de ellas fueron compuestas por mujeres: Gracias a la Vida de la chilena Violeta Parra y Cantata por la Paz de la portuguesa Sophia Mello-Breyner Andresen.
Finalmente, y aprovechando la virtualidad de este periódico digital, para hacer que otras nacionalidades participen del evento, añado el audio grabado en La Habana y que me enviaron esta semana. En él acompaño a la concertista cubana Yalit González González, en la canción del argentino León Gieco “Sólo le pido a Dios”. Me encontraba allí impartiendo unos cursos de Derechos Humanos en el Instituto Félix Varela y pude ver el sufrimiento de un pueblo que padece dignamente las sanciones económicas de EEUU, desde hace 63 años. ¿Piensa Europa que conseguirá algo con sus sanciones a Rusia? ¿No serán éstas el modo con el que EEUU quiere mantener controlada a Europa?
En síntesis, felicitamos a los promotores de Coros por la Paz, a la vez que instamos a que estos eventos sean más frecuentes y que promuevan una conciencia social que lleve a parar la guerra. Cabe recordar, para reforzar acaso esta interpelación, el aforismo de Nietzsche: “El mundo sin música sería un error”.