Una entrevista de Jorge López Teulón
A principio de esta semana, el abad general de la Orden cisterciense, dom Mauro-Giuseppe Lepori, ha visitado el monasterio de las Madres Benitas de Talavera de la Reina, donde además ha tenido ocasión de conocer las obras de restauración que están teniendo lugar en el recinto amurallado de toda la Ciudad de la Cerámica, que incluyen las del tramo de la calle Charcón, anexas al convento de las citadas religiosas. Aprovechando su visita, nuestro colaborador Jorge López Teulón ha mantenido una conversación con el abad general cisterciense nacido en Lugano (Ticino, Suiza) en 1959, licenciado en Filosofía (1982) y Teología (1990) por la Universidad de Friburgo, elegido por primera vez para el cargo en el mismo en 2022 por otros diez años. El que sigue es el resultado de la conversación.
Jorge López Teulón.- ¿Puede hacernos una breve presentación de quién es el Abad General de los Cistercienses?
Mauro-Giuseppe Lepori.- El abad general de los cistercienses es en sí mismo el sucesor de San Esteban Harding, el tercer abad de Cîteaux que redactó la 'Carta de la caridad', el documento que hizo del primer grupo de monasterios fundados por Cîteaux y sus hijas una familia de monasterios organizados entre sí como cada monasterio lo organiza la Regla de San Benito, con un Capítulo General de todos los superiores, con una estructura de acompañamiento fraterno en la que cada monasterio autónomo se deja visitar, corregir, estimular en la vivencia del carisma de San Benito en fecunda comunión con toda la Iglesia. A lo largo del tiempo, la figura del abad general ha sufrido adaptaciones a los tiempos y a la situación de la Orden, pero fundamentalmente se ha mantenido el papel de paternidad sinodal, porque se vive siempre en la escucha del Espíritu a través del Capítulo General y de las diversas estructuras de corresponsabilidad que nos transmitió la historia de la Orden.
J. L. T. .- Después de estos años al frente de los cistercienses, ¿cuál ha sido su experiencia y qué pulso ha ido tomando a la vida religiosa de los monasterios que ha visitado?
Mauro-Giuseppe Lepori.- El hecho de que nuestra Orden sea mixta, formada por monasterios masculinos y femeninos, me ayudó y estimuló mucho. Las monjas también están presentes compartiendo la responsabilidad, en el Capítulo General, en nuestro Sínodo y en mi Consejo. Poder llevar a cabo mi tarea haciendo uso de la mirada y la sensibilidad femeninas me ha ayudado a abrazar a las personas y las situaciones con un trato más integral y, por tanto, más eficaz. Vivimos un tiempo de crisis, no sólo de las vocaciones en número, sino de la vocación vivida como acontecimiento en el que Cristo se encuentra y llama a cada uno de nosotros a amarlo y seguirlo. Esta crisis también se ve en monasterios que tienen muchas vocaciones, por ejemplo, para nosotros en Vietnam. Muchas veces se vive la vocación como si Jesús no fuera el centro, como si estuviéramos llamados a hacer algo más que quedarnos con él para dejarnos llevar a donde él quiere. Por eso siempre he sentido como prioridad en mi ministerio anunciar a Cristo como el Señor presente que camina con nosotros. Como nos pide san Benito en la Regla: se trata de "no anteponer nada al amor de Cristo" (RB 4,21). Este nivel de vocación siempre se puede vivir, incluso cuando las comunidades se reducen al mínimo y mueren. Si morimos como la semilla que cae en tierra unida a Jesús, entonces nuestra vida ciertamente da fruto en la Iglesia y para el mundo.
El abad general de los cistercienses visita la muralla de Talavera anexa al monasterio de San Benito
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J. L. T. .- ¿Qué es una visita canónica y qué se busca con ello?
Mauro-Giuseppe Lepori.- Desde los orígenes del movimiento cisterciense, la visita canónica ha sido una herramienta esencial para su fidelidad y vitalidad. Cada comunidad recibe la visita de los superiores establecidos por las Constituciones para conocer y escuchar a cada miembro de la comunidad, comprender cómo va el monasterio y ayudarlo a corregirse y progresar en la vivencia del carisma. En esto, la visita canónica se concibe normalmente como una ayuda al superior del monasterio para vivir mejor su tarea. La visita canónica es una herramienta sinodal, como el Capítulo General, para escuchar y ofrecerse a caminar juntos. Si una comunidad anda mal, si tiene grandes problemas, si está dividida, si tal vez está corrompida, la visita canónica tiene la difícil tarea de corregirla, pero también este es un aspecto de la caridad que debemos tener la valentía de ejercitar. De amor a la Iglesia y a la Orden.
J. L. T. .- Había visitado nuestra Archidiócesis y este Monasterio de San Benito de Talavera de la Reina. ¿Qué impresión le ha causado?
Mauro-Giuseppe Lepori.- Soy Abad General desde hace más de 12 años y ya he visitado muchas veces este monasterio y los monasterios de la Congregación de Castilla, formada por monasterios femeninos. Las aprecio mucho por la calidad humana y la fe de las abadesas y la vida comunitaria. Me consuela la caridad fraterna que viven estas monjas, aún dentro de la particularidad de cada carácter y temperamento. Todos estos monasterios están viviendo un momento de fragilidad física y numérica, pero que destaca su calidad espiritual, evangélica. Saben ayudarse muy bien incluso entre las diferentes comunidades, y en esto son verdaderamente cistercienses. Observo que también están rodeados de mucho cariño por parte del pueblo de Dios, laicos y sacerdotes, y que no están encerrados en sí mismos. Esto es esencial para su vitalidad. Para mí estos monasterios son un modelo para toda la Orden, y por eso los cito a menudo como ejemplo a imitar.
J. L. T. .- Este lunes tuvo ocasión de conocer de primera mano el tema de la accesibilidad de la muralla al turismo. ¿Cómo cree que debe modularse el tema para que no se convierta en una injerencia o molestia en la vida religiosa?
Mauro-Giuseppe Lepori.- Es importante ayudar a la sociedad que rodea un monasterio a darse cuenta del tesoro que representa para todos. Un monasterio es como el corazón o los pulmones de un cuerpo. No se ven, deben permanecer protegidos, pero sin ellos todo el cuerpo sufriría, perdería la energía vital para su movimiento y sus actividades. La historia ya ha tomado mucho del espacio monástico de nuestros monasterios, como también se puede ver en San Benito. Pero la fidelidad de las monjas ha conservado lo esencial, y al menos esto debe ser conservado y defendido, no sólo por ellas sino por todos. El tema de la muralla ha hecho sentir mucho este problema, y me parece que al final se han llegado a buenas soluciones. Hubo un proceso de diálogo que no siempre fue fácil, pero, gracias a Dios, personas competentes y conscientes del valor del monasterio ayudaron a todos a encontrar una solución que satisficiera a todos. Siempre hay una buena solución para todos si nos escuchamos unos a otros con respecto a lo que es verdaderamente precioso para todos.